Es la economía, estúpido, no la guerra
La UCI ha decidido excluir a los equipos y corredores radicados en Rusia. El contexto es la guerra. La explicación, como siempre, es económica
Ningún acontecimiento acelera tanto el ritmo de la Historia como la guerra. Los acontecimientos de los últimos siete días son un buen ejemplo. Desde que el ejército ruso cruzara la frontera ucraniana, el mundo ha entrado en una nueva fase geopolítica, energética, económica y, más pronto que tarde, social. Nada será tal y como lo fue un día. El único orden global que conocimos los nacidos tras la caída del muro pasó a mejor vida en el mismo momento en el que un misil aterrizó sobre algún punto indeterminado de Járkov.
Son muchas las guerras que atraviesan al mundo en todo momento, pero no todas son igual de importantes. La invasión de Ucrania, por sus características, por cómo se entrelaza con los intereses de las grandes potencias, tiene implicaciones que van más allá de los horrores del frente. Sus consecuencias han llegado, llegan y seguirán llegando a lugares donde otras guerras tan sólo fueron notas al margen. Lo que inevitablemente afecta a la Unión Ciclista Internacional.
El martes, la UCI tomaba una decisión de algún modo inevitable. Todos los equipos rusos perderían su licencia de forma inmediata, y todas las carreras organizadas en territorio ruso quedarían fuera del calendario internacional. Rusia, y junto a ella Bielorrusia, se convertiría en el paria del ciclismo. Tan sólo un puñado de corredores rusos enrolados en estructuras de otros países se librarían de la quema, siempre y cuando siguieran compitiendo bajo bandera neutral.
En la práctica, la UCI ha borrado cualquier rastro de Rusia en el ciclismo. Son medidas muy duras, extremas, pero no son medidas aisladas. Durante los últimos días hemos asistido a una cascada de sanciones contra Rusia, las empresas rusas y las actividades económicas rusas en un sinfín de sectores. El abanico de restricciones oscila entre lo sustancial (el cierre del espacio aéreo europeo a las aerolíneas rusas), lo histórico (la suspensión de Nord Stream 2) y lo cosmético (la expulsión de Rusia de Eurovisión). El fondo de todas ellas es el mismo: Rusia está fuera.
Es un activo tóxico. No se toca.
La naturaleza centrifugada de nuestro clima mediático, tan condicionado por patrones de consumo viciados, ha hecho que instituciones o asociaciones sin aparente inclinación política excluyan a Rusia de sus actividades o propósitos. Una suerte de FOMO (fear of missing out: miedo a quedarse fuera de una tendencia o dinámica grupal) llevado al terreno de las sanciones y del que han caído presa organizaciones tan sorprendentes como la FIFA (Rusia no podrá estar en el Mundial de… Qatar) o EA Sports (no habrá clubes de fútbol rusos en sus videojuegos).
Tan sólo desde la ingenuidad se podía esperar un comportamiento distinto por parte de la UCI. En su comunicado, la organización manifestaba su "preocupación" por el conflicto bélico y condenaba "con firmeza" la agresión cometida por los gobiernos ruso y bielorruso. "La UCI desea regresar a la paz tan pronto como sea posible y emite un llamamiento para respetar los valores olímpicos. El deporte en general y el ciclismo en particular son vehículos de paz, amistad, solidaridad y tolerancia", añadía. Y por ese motivo, como se podía intuir desde las primeras líneas, había que hacer algo.