Una pausa
Un breve comunicado sobre el descanso indefinido que se toma esta publicación. Es un texto que no imaginaba escribir, pero que sí necesitaba escribir
¡Hola!
Como todo sagaz lector habrá podido observar, Cuadernos del Ventoux lleva en pausa dos semanas. No se trata de una casualidad. Era una decisión que llevaba sopesando algunas semanas y a la que el puente de Semana Santa ofreció una ventana de oportunidad. Tras dos años de envíos regulares, he decidido tomarme un descanso.
Cuando tomé la decisión de poner en marcha una newsletter centrada en la actualidad ciclista lo hice porque sentía que existía un vacío de información en el espacio mediático. Había muchas cuentas de Twitter interesantes, había algunos medios históricos asentados, pero no existía un lugar donde pudieras informarte en cinco minutos sobre todas las noticias y los acontecimientos que orbitan en torno al ciclismo.
Hoy ese propósito, esta idea, ha entrado en crisis. Quizá por agotamiento. Siento que el formato que ha vertebrado a Cuadernos del Ventoux durante los dos últimos años ha llegado al estancamiento. Gran parte del peso informativo de los boletines son pequeños resúmenes de carreras que se disputaron uno o dos días antes. Es inevitable: el ciclismo, al final, es una competición.
Si este fue un día el objetivo de Cuadernos del Ventoux, dejó de serlo durante los largos dos años en los que hemos abordado multitud de asuntos, desde el económico hasta el social. En el camino creció más allá de los resúmenes de carreras o de la enumeración de resultados. Lo hizo aún más en el salto a Substack y a las suscripciones de pago. En el camino, también, las horas requeridas y la exigencia autoimpuesta se multiplicaron.
Cuesta expresar con palabras lo que esta newsletter significa para mí, en especial la modesta comunidad que ha generado a su estela. Durante mucho tiempo, fue un bálsamo. Un refugio mental. Un lugar al que siempre he regresado con ilusión. De un modo u otro, esas sensaciones se han evaporado. Afrontar esta newsletter se ha convertido en un puerto dolomítico, todo lo que nunca debió ser.
El agotamiento, pues, no estriba tanto en la newsletter como en mi cabeza. A la sensación de estancamiento en el contenido le acompaña una fatiga mental que, inevitablemente, se cobra (o se terminaría cobrando) una factura en la calidad de mi trabajo. No creo que estos dos años de newsletter se lo merezcan. Pero ante todo, no creo que ninguno de vosotros os lo merezcáis.
De ahí la pausa, el descanso. Es indefinido. Mi idea es dejar pasar los meses y sopesar de qué modo retomo Cuadernos del Ventoux. Con qué espíritu, con qué enfoque, bajo qué ideas y con qué propósitos. Seguiré tan activo como siempre en Twitter, pero los envíos se detienen desde ya mismo.
Una nota especial para los lectores de pago: Substack permite pausar las suscripciones, de tal modo que el tiempo no corre. Es decir, si os suscribisteis en enero de este año, vuestra suscripción anual no caducará en enero del año siguiente, sino cuando hayan pasado 365 días con la publicación en funcionamiento. Vale lo mismo para los mensuales: mientras la newsletter esté en suspenso, los cobros se detienen.
Este era un texto que no imaginaba escribir hace dos años. Lamentablemente, es uno que necesitaba escribir. No puedo estar sino enormemente agradecido a todos y cada uno de vosotros que en algún momento os habéis dejado caer por aquí y que habéis mantenido este proyecto vivo. Tan pronto como mis ideas se ordenen, os informaré sobre el futuro de Cuadernos del Ventoux.
Sin más, un fuerte abrazo.
Andrés
Hola Andres. Yo he llegado tarde a tus cuadernos, pero los he disfrutado muchísimo, así que agradezco tu esfuerzo durante tanto tiempo. Este proyecto llegará donde tenga que llegar, pero lo importante es que encuentres el equilibrio que te haga feliz.
Un saludo desde Santander.
Ya mismo se te echa de menos.